Un presente naranja

Según se afirma por parte de todas las organizaciones internacionales, la economía creativa o también conocida como economía naranja, es el nuevo petróleo, y las ciudades son su epicentro en todo el planeta, algo que repite la ONU, La UNCTAD, el BID o La UE año a año, y que no se escucha en los debates políticos pero que poco se introduce  en los medios.

A escala mundial las cifras de esta economía son rotundas. La economía naranja, contribuye un 6,1 % al PIB mundial y entre el 2 % y 7 % al PIB de las economías nacionales. En Europa está en un entorno del 4% lo que la sitúa por encima del la industria del automóvil, y en España según un informe recientemente presentado por la Fundación Alternativas, se sitúa en un 3%.

Pero, ¿ Qué es esto de la economía creativa? Una definición simple que nos ofrece la ONU, sería decir que se trata de la economía que genera la cultura en contacto con la tecnología actual, y que tiene en la creatividad como ingrediente esencial, creatividad que se manifiesta en nuevas ideas, conocimiento o talentos.

Lo cierto es que es que la creatividad no es ninguna novedad y lo mismo cabe decir de la economía; lo que es nuevo es la naturaleza y el alcance de la relación entre una y otra y de qué forma se combinan para generar una riqueza y un valor extraordinarios.

Lo significativo es que justo ahora es cuando cada vez es más decisiva esta relación economía cultura por varias razones, la primera porque los servicios son la base de la estructura económica de nuestras sociedades, y la segunda es que en la sociedad tecnológica en la que vivimos generamos más valor con cosas intangibles que con cosas tangibles, cada vez más vivimos de las ideas y de la información que de la materia.

Hablar de ” industrias creativas” no es nuevo, empezó a ser usado hace unas dos décadas para acuñar un conjunto de actividades, que se enraízan con la tradición cultural tradicional y otras que apenas han nacido con el advenimiento de la tecnología. Forman parte de ellas actividades tan distintas como la literatura, el diseño industrial, o la nueva industria de las experiencias, pero su nota común es su origen en la creatividad humana.

El precursor del concepto fue, John Howkins, quien en su libro The Creative Economy: How People Make Money from Ideas, nos da la clave del asunto: “Si te detienes a pensar en las grandes compañías, todas ellas han partido de las ideas, por lo general, de uno o dos individuos, que un día se imaginaron una forma de hacer las cosas de manera diferente o mejor que los demás, y ahí́ está el quid de la cuestión”.

La idea que subyace a todo este conglomerado de actividades no es la información, ni siquiera el conocimiento, tiene un sentido aún más espiritual según Howkins, se conecta con el concepto de engendrar, dar a luz nuevas opciones o pensar de un modo distinto para poder avanzar.

Pero ¿Dónde está su importancia? La respuesta nos la dio un estudio de la ONU en 2008. Según la UNCTAD todas estas industrias culturales y creativas, tienen varias ventajas que las distinguen del resto de industrias; todas tienen su origen en la creatividad humana y el talento, son ecológicamente sustentables, tienen un potencial ilimitado de riqueza en todo el planeta y son una de las bases más sólidas para fomentar un nuevo modelo de sociedad basado en la inclusión social y la diversidad cultural.

Debido a estas ventajas , la Unión Europea está haciendo un gran esfuerzo por mapear e identificar estas industrias, por su enorme capacidad de crear empleo y crecimiento inteligente. Europa planea invertir en ellas para tomar el relevo de otros sectores que entraran próximamente en declive por la automatización del trabajo. Ya ha publicado un Libro verde con el expresivo título ” Liberar el potencial de las industrias culturales y creativas”, en él la Comisión plantea estrategias comunes para poner en marcha la “ Revolución de la economía naranja”.

 Los entornos urbanos según todos los estudios, son el caldo de cultivo ideal de esta nueva economía , entornos en las que vivirá el 70% de la población en los próximos 30 años según todas las previsiones, y en las que se ha ido estableciendo una floreciente ” clase creativa” formada por profesionales que busca una combinación de talento, tecnología y tolerancia para poder instalarse.

 Sólo “Ciudades creativas” que ofrezcan las mejores infraestructuras y desarrollen las mejores estrategias podrán seducir y retener a estos profesionales de la creatividad. El fin será rivalizar entre ellas para ser las mejores, como en una liga deportiva, conscientes de que crearán la riqueza del mañana.

En esa misma dirección se enfocan los proyectos europeos de nuevos distritos creativos que ya forman parte de la realidad cotidiana. Mientras que en Europa se expanden día a día, aún en España son realidades inéditas.

 Se trata de ejes de atracción y concentración para estas industrias. La ciudad de Nantes en Francia, por ejemplo, ha creado un Quartier Creatif, un polo de excelencia para las Industrias culturales y creativas, de nada más ni nada menos que de 90.000 metros cuadrados para instalar equipamientos de investigación, creativos, empresariales y educativos, en un proceso de clusterización de su ecosistema creativo que busca irradiarse por toda Europa, a través de los nuevos oleoductos que son las redes y comunidades por las que se intercambia información relevante.

En Gran Bretaña, Instituciones tan influyentes a escala global como el British Council llevan más de diez años, investigando y divulgando sobre el cambio de paradigma que significa la economía creativa y sobre las nuevas maneras de producir, distribuir y consumir conocimiento, creando departamentos enteros especializados en esta economía naranja, con el fin de expandir y exportar la industria creativa británica y sus prácticas en todo el planeta.

Me pregunto a qué espera nuestro país para actuar estratégicamente con el fin de posicionar y conectar algunos de nuestras mejores ciudades en la liga mundial de ciudades creativas, cuanto va a tardar en formar los líderes de estas industrias en nuestras universidades, y cuando va a poner en marcha esos distritos creativos que sirven potenciar y profesionalizar la creatividad.

España necesita un plan de acción urgente que aborde las necesidades más inmediatas de las ICC, una batería de medidas que son a mi parecer, las siguientes: formar empresarialmente a su sector creativo actual, crear un ecosistema de jóvenes emprendedores, planificar la exportación de su producción creativa y cultural, generar un sistema financiero más sensible a las necesidades del sector, reformar su sistema educativo para que produzca gestores y lideres para esta industria y vincular la economía creativa a las políticas activas de empleo y de fomento económico.

 No llegar a tiempo en esta carrera que lideran ya nuestros vecinos nos alejará de las conexiones, avances e intercambios necesarios para nuestro futuro, convirtiéndonos en irrelevantes. Una vez más se trata de la economía, estúpido.

 

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